En uno de sus más grandes engaños, el ser humano nombró a las tinieblas como el origen de sus vicios, sus males y sus depravaciones, pese a que estos siempre se gestaron en el fondo de su corazón. Sumergidos en la cotidianidad de una ciudad industrial, Arturo Montañana y su familia se esforzaban por pasar desapercibidos en el Monterrey de los 70. Cada uno presa de sus apetitos y frustraciones, y todos tiraban de una cadena distinta.All Rights Reserved