Los Vampiros No Lloran

Cuando mi mamá decía "debemos irnos de aquí" era como otro etapa más en mi vida y yo tenía que aceptarlo sin dudar, en realidad cambiábamos más de casa que de bragas. Nunca dejaba nada atrás, no sé si cuenta la única vez que olvidé un sostén en el baño de mi ex casa en California. En fin, no hablemos de mi ropa interior, hablemos de cómo los nuevos vecinos (que estaban más buenos que las fresas con nutella) actuaban muy extraño alrededor. Especialmente el chico misterioso que, desde su ventana al otro lado, hacía cosas para sacarme de quicio.