¿Qué pasaría si un día al despertar descubres que al enojarte te haces invisible, y no sabes controlarlo a tu favor? Ese es mi caso, por mi "don" no puedo tener una vida normal. Soy una persona solitaria y con muchas inseguridades.
Nadie sabe de eso, ni siquiera mi madre Evelín. Lo estuve ocultando por más de tres años, no quiero terminar en el área cincuenta y uno, o en las manos del gobierno. No quiero que nadie me trate de fenómeno o algo parecido, mucho menos alejarme de mi madre.
Pero eso no termina aquí. Este año me tuve que cambiar de instituto. Mi madre fue despedida y consiguió empleo en otro pueblo. No nos quedó otra opción más que mudarnos y dejar todo atrás. A pesar de no tener amistades ni familia (un día les contare por qué) no quería mudarme. No me agrada la idea de que las personas me vean como la nueva, ver que quieran acercarse a mí para interactuar o burlarse. Yo intentaba ser feliz en las sombras de mi antigua secundaria, nadie me prestaba atención, y podía leer a mi antojo en la biblioteca. Pero todo eso iba a cambiar. Empezar de nuevo me aterraba, pero no quería desilusionar a mi mamá, ella se parte el alma por mí, no quiero verla sufrir más, tengo que aceptar los nuevos cambios.
Así que aquí estoy, empacando las últimas cosas. A no me presenté:
Soy Elena Watson y no, no soy familiar del ayudante del detective Holmes.
( la historia tiene un montón de errores ortográficos, es el primer vistazo a la pequeña historia que he tenido en mente)
Es una historia LGTB, así que si no es de tú agrado, podes retirarte :)