Odio las descripciones, ¡nunca sé que poner! El golpe de la fusta en su trasero le brindo tanto dolor como placer, aunque quisiera negarlo amaba ser sometido por ese mocoso irreverente, otro golpe, hizo que su pene comenzara a gotear, la mordaza en su boca le dificultaba respirar y le hacía salivar demasiado, el rubio se colocó frente a él, abrió la bragueta de su pantalón dejando salir su pene, el hombre de cabellos lilas se arrodillo, haciendo que las cuerdas en su entrepierna apretaran su propia erección un nuevo gemido de placer. Ya no quería esperar más, lo quería dentro, quería ese pene destrozándole el culo.