-¿Por qué eres así conmigo?- cierro la puerta cuando entro. -Te he dicho que no entres en mi despacho ¿que parte no has entendido?- dice gruñón como siempre. -¿Eres siempre igual de antipático?- me siento en la butaca que está frente su mesa, jugueteo con los bolis hasta que se me cae uno y le da de lleno en el pecho. - Me pones de los nervios, ojalá pudiera enterarte a diez metros bajo tierra. -Si lo hicieras te tendrías que arrestar a ti mismo.- le sonrío mientras me deleito con sus ojos verdes. < Estoy segura que algún día te gustaré >