Y simplemente lloró sintiendo ese terrible vacío, pero lloró como solía hacerlo cuando era princesa, lloró en silencio, lloró con orgullo. Lloró sin saber que sentir, porque aun después de todo ese tiempo no sabía si había superado ese dolor tan grande. Mil y un veces se había preguntado si algún día lograría evocar el recuerdo de su padre sin sentir aquella puñalada en el pecho.