Estos sonetos los fui escribiendo con paciencia y los guardé uno a uno hasta que se quedaron fuera del alcance de mis ojos, aunque poseían luz; hasta que se quedaron fuera el alcance de mis manos, aunque poseían voluntad; no quedaron fuera de mi corazón, pues lo que el corazón genera no se extravía, madura con el tiempo, y el polvo no posee el estatuto para empolvarlo. Sonetos para una mujer ¿y quién es ella? Mi mujer, mi esposa, el espléndido seno que me acomodó en su forma. ¿Cuál es su nombre? No es necesario revelarlo, lo que verdaderamente importa es que ella me atrapó como una fruta, como un pez, y yo me dejé atrapar; ¿ Y en qué resultó todo eso? Creamos una historia juntos, no única ni novísima, pero sí nuestra, y de más nadie, y eso, en verdad, es lo especial.