Tras el fin de la guerra Draco Malfoy vive en la miseria, trabajando para poder pagarle las medicinas a una Narcisa tremendamente enferma. Harry Potter, en cambio, es feliz en grado sumo: es auror, está prometido con Ginny Weasley y, en general, tiene todo con lo que siempre había soñado. A pesar de su pasada enemistad, Harry se horroriza al ver las condiciones en las que vive Draco, y este último es incapaz de rechazar su ayuda. Es así como se entrelazan de nuevo sus caminos, separados hacía tanto tiempo... Y Draco y Harry se ven obligados a aceptar que ni el tiempo ni las desgracias han sido suficientes para eliminar ese deseo que siempre había estado entre ellos.