Diana no entendía a Akko. ¿Por qué una niñata, infantil y maleducada, quien no tenía conocimiento alguno de la magia, querría ser maga? Era un sueño estúpido, una ambición sin sentido. Pero a quién menos comprendía Diana era a sí misma, porque, al fin y al cabo, se había enamorado de esa torpe bruja. Y no había día en el que no maldijera ese sentimiento. /RELATO CORTO/