Había rebasado el límite de su paciencia, tras semanas de ser observado por su compañero. - Yo sólo... - Tú nada -cortó severamente sus palabras, quitando el agarre que el rubio había realizado segundos antes en su brazo izquierdo- Primero te alejaste de mí sin explicaciones ni palabras. Luego te acercas nuevamente, como si nada hubiera pasado. ¿Qué diablos le pasaba por su cabeza? Y, sobre todo, ¿quién se creía para controlar todo lo que hacía o hablaba?