La gente decía que lo mejor de todo era irse a Los Ángeles, que lo mejor era irse a San Francisco y sobretodo a la Universidad de Stanford,a las buenas fiestas universitarias y a la variedad de tíos buenos que hay.
O eso me dijo mi mejor amiga. Me preocupa no volver a verla ya que ella se va a la Universidad de Portland.
Y eso no es lo peor, sino el hecho de vivir en la misma residencia de estudiantes que mi hermano, ese chico sobreprotector que me vigila a todas horas, él ya lleva dos años allí y parece ser el típico popular, mujeriego y creído que todas las niñas mueren por tener.
Pero tengo claro que simplemente voy a estudiar, a sacarme una buena carrera, y si eso implica nada de amores ni de fiestas, pues así será.
Lo tengo todo muy claro, yo paso de esas tonterías de un te quiero, al otro día te dejo y luego de esas de irte de fiesta y levantarte con una resaca muy jodida y tener que estar todo el día quejándote y teniendo que estar tomándote cada 3 horas un paracetamol.
Y espero ser fiel a lo que ahora mismo estoy pensando, espero que ningún tío cambie mis planes, aunque muy difícil lo veo, yo estoy centrada, muy centrada... pero ¿de verdad quiero eso? ¿de verdad quiero estar encerrada todo el año en una habitación estudiando? ¿estoy segura de lo que estoy pensando?
A veces las personas necesitan divertirse, así que eso es lo que voy hacer mi primer año en esta ciudad tan desconocida, tan enorme y con tantas personas.
En la cima de la montaña, el aire es más frío y el silencio más ensordecedor. No es solo la nieve la que cae en el descenso, también lo hacen las certezas y los miedos. En el mundo del snowboard, cada salto es un riesgo y cada curva puede cambiarlo todo.
Sue Harper ha pasado su vida deslizándose entre expectativas y sueños, buscando algo más que aplausos: la certeza de que su lugar en la cima le pertenece. Pero cuando la línea entre la ambición y los sentimientos se vuelve borrosa, el verdadero desafío no está en la pista, sino en mantener el control cuando el corazón quiere lo contrario.
En un espacio donde la lealtad, la rivalidad y la libertad chocan como avalanchas, aprender a confiar puede ser más peligroso que cualquier caída. Porque el hielo guarda secretos, y a veces, lo más difícil no es llegar arriba... sino no perderse en el camino.