Ella se acercó a él. Se agachó, empapada de la tormenta que caía sobre ellos. Con sus manos ensangrentadas le cogió de la cara. ''¿Bebé?'' -le dijo él con las pocas fuerzas que le quedaban. A ella se le encogió el corazón al oir su preciosa voz, ''P-Porfavor Lou, no m-me dej-jes...''. Sonrió, ''Nunca enana''.