El infierno es el hogar. Por lo menos para Andrus, un Demonio de Tortura que se complace en tomar el sufrimiento de los que le rodean. A los demonios siempre se les ha enseñado que los sentimientos eran una debilidad y por lo que Andy ha aprendido a apagarlos. Eso es hasta que él mira un par de ojos color lavanda y algo en él lo despierta. ¿Va a renunciar a todo lo que ha conocido para salvar la única cosa que siempre se le ha enseñado a odiar, un ser humano?
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