- ¿No sientes lo mismo?
Preguntó el Omega, cuando Harry acababa de terminar con las velas en su habitación.
- ¿De qué hablas?
- No te hagas el estúpido, sabes de qué hablo.
Esta vez Louis estaba algo molesto, ya no soportaba la situación.
Harry se hacía el tonto, al menos así dolía menos, no quería ilusionarse. El ojiazul estaba casado, y eso lo rompía por dentro.
Entonces un fuerte trueno se escuchó y todas las luces de la casa se apagaron, quedando iluminados solo por la tenue luz de las velas.
El Omega saltó del susto y se abrazó al Alfa, el cual instantáneamente lo rodeó con sus brazos y hundió su rostro en el cuello del ojiazul, disfrutando de su aroma.
- Sé de qué hablas, pero el hecho de que estés casado está matándome.