La mayor aventura de la vida era ser padre. Alexander Lightwood lo sabía muy bien. En cuanto tuvo a sus hijos en brazos supo que toda su vida estaría destinada a ellos. Olvido la caza. Olvido La Clave. A punto estuvo de olvidarse que era un Cazador de Sombras. No había sido un camino fácil, ni para él, ni para Magnus; las noches en vela, las fiebres, los piojos, la obsesión de Rafael por adoptar todo animalillo que veía en la calle, la rara manía de Max de intentar comerse la comida del gato, el odio de Rafael al dormir solo, incluso después de cumplir los diez años, lo desastre que era Max para la magia que apenas lograba ocultar su Marca, la poca traza de Rafael para los estudios, y la transexualidad de Max. Había sido duro, pero Alec no estaba preparado para lo que venía... Oh no lo estaba en absoluto. La época de los novios había llegado.All Rights Reserved
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