Somos nosotros, quienes despreciados por nuestros enormes poderes entre los humanos nos movemos, taciturnos, suaves, como fluye el agua del arrollo y como baila suavecito la llama de un fogón hogareño; somos nosotros en quienes descansa eterno el peso de la historia de la humanidad, del mundo. Yo cuidaré cada sitio donde alcance el sol, aunque la humanidad reniegue de mi existencia, yo, una de los tantos hijos de la miseriaAll Rights Reserved