Ni la ciencia, ni la biología podrán explicar cuánto es el amor que ella le tiene a él. No solo está en sus ojos verdes esmeraldas, ni en su sonrisa encantadora, ni siquiera en su físico. Pero... este joven muchacho de palabras coquetas y encantadoras solo está en los sueños de ella. La muchacha estudia, hace dibujos de él. Piensa que es real. Por las noches la ventana de ella se abre y deja que el viento entre en su habitación, en su mesita de luz unas rosas, y cartas manuescritas. Una escritura irreconocible para ella. Solo con el tiempo podrá saber quién es él, quién es el dueño de sus sueños, el que la enamora sin conocerse. Sus venas sienten la sangre enloquecerse con tal solo soñarlo. Solo necesita saber de su ADN.