Después de diferentes sucesos que lastimaron el corazón de Cristian decide ignorar la existencia de Dios y odiar a las mujeres. A sus 20 años decía que no creía en el amor y su única ambición en la vida era ser un rompe corazones. Por coincidencia conoce a Ana, una hermosa chica cristiana, a quien conoce en un parque del vecindario. Desde el primer momento que la ve se propone convertirla en su próxima víctima, sin importarle si el obstáculo más grande que tenía para llegar a ella era enfrentarse al ser supremo con quien estaba más resentido. Grande es su sorpresa cuando Ana no cae ante sus encantos; a pesar de sus tácticas y habilidades, ella se mantiene infranqueable; aun así, Cristian estaba decidido, no iba a rendirse, su lema era conseguir todo lo que deseaba sin importar el precio.