A mi la gente me trata como la tipica princesa de los cuentos de hadas y pelicula, creen que porque siempre tengo lo que quiero soy feliz, porque mi familia es millonaria mi vida es maravillosa, porque soy bonita tengo la mejor vida del mundo, bueno, yo no lo pienso asi,tengo todo lo que quiero pero no soy feliz, soy millonaria pero mi vida es horrible, soy bonita pero mi vida es la peor del mundo. Puedo sonar como una mala agredecida pero es verdad, yo no soy una princesa bueno, mi persona de verdad no es una princesa. Mi vida es pesima lo unico que me hace feliz es mi hermano mayor Andy, mis mejores amigos: Jake, Estefany y austin y andar en mi querido skate, pero todo eso me lo tengo que guardar por un rato, es dificil decir esto pero... soy dos personas, ustedes se preguntaran ¿como dos personas?, bueno me llamo antony katilyn martinz, por un lado soy una persona que no qero ser, pero me obligan a serla, esa persona es la princesa de los cuentos, esa chica que solo anda con vestidos rosados y tacones altos, esa persona es anto. Y por otro lado está mi otra persona, la persona que soy de verdad, la persona que me obligan a oculatarla, la persona que me gusta ser, la chica de shorts de mezclillas, poleras anchas, zapatillas, un gorro de lana o un jockey y mi skate en la mano, la chica que no es una princesa, esa persona es tony, bueno pero toda esa historia se las voy a contar desde el principio...
¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acción, los deportes y no se preocupaba demasiado por lo sentimental.
A pesar de sus diferencias, había algo en Lynn que atraía a Issabella. Tal vez era su valentía o su determinación, o quizás el hecho de que Lynn no temía ser exactamente quien era. Mientras que Lynn también sentía cierto interés en Issabella, no entendía como no podía tentarse en ganar y ser la número uno, veía que ella era como una suave brisa que acariciaba el rostro hasta de quien no merecía con dulzura, dulzura que raramente a Lynn le encantaba.