Era el comienzo de la primavera y mis alergias crónicas me habían atacado con furia. La fiebre hacía su juego subiendo y bajando al compás que descomponía mi estómago con analgésicos anti febriles. Hacía mucho que no veía a mi hija menor, es psicopedagoga y me había invitado a escuchar una conferencia sobre el complejo de edipo. Fuimos, escuché lo que pude y alcancé a entender lo que mi condición muy bien disimulada me permitía, tomé algunas notas de lo que creía escuchar. Luego en el camino de regreso el gran interés - casi diría deslumbramiento - con que mi hija repetía y analizaba lo dicho, no dejó de causarme una viva impresión. Será por eso que al tener esa duerme vela que te permite la fiebre me vi grabando lo que al día siguiente escuché y con algún intento de mejorar el estilo de exposición, les cuento.
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