Fernando Colunga quedó ciego en un accidente. Pero estaba seguro de que esa larga y oscura noche era temporal. Ninguna santurrona terapeuta iba a enseñarle a aceptar su incapacidad. Aun así, no puedo evitar responder como hombre al suave tacto de Lucero. Ella por su parte, decidió que Fernando jamás se fijaría en ella... si pudiera ver. Su frágil tacto no podía durar cuando la oscuridad diera paso a la luz del día...
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