Comencé a observarla. Y sin saberlo, en mis cuadernos su nombre siempre aparecía escrito en tinta. Y quizás era por el grafito que utilizaba para detallar su sentir, me sentí atraído. No sé si era por el trazó o por el mirar de aquella dulce muchacha. Podría viajar a la luna solamente para tatuar su nombre, pero me conforme al darme cuenta que en mis versos era mi inspiración. Era, para mí, totalmente perfecta y disfrutaba ser expectador de sus obras. Tal vez por eso comencé a escribirle. Estaré siempre fiel a ella, pase lo que tenga que pasar... Aun si aquella belleza se rompe. Yo, amaba la luna... Ella, simplemente, la odiaba.