Fue aquella vez en esa tarde de primavera, en que con tu deslumbrante sonrisa ordenaste un café para llevar, sin saber que ya llevabas el café dibujado en tus ojos. Fueron todas esas tardes de primavera y verano en que preparaba un café para ti, pensando en tu mirada. Fueron todas esas tardes de otoño, en que te vi desvanecerte poco a poco, pero aún ordenabas tu café para llevar. Fueron esas pocas tardes de invierno, en que tu sonrisa jamás venía contigo, pero aún ordenabas tu café para llevar. Fue aquella tarde de invierno en que nunca apareciste, y yo aún así preparé tu café. Fue aquella tarde de invierno en que fui a buscarte, con doce rosas y un café, y tu ya no estabas.