Mis pulmones ardían mientras el agua salada los llenaba, movía mi cuerpo con rudeza intentando subir a la superficie pero solo me hundía más gracias a la fuerza de las olas. Mientras me hundía, en mis lágrimas saladas, una mano bajo de la superficie y tomo mi muñeca halándome hacía donde estaba él. Y en este instante, cuando volvía a respirar, me di cuenta de que tenía una razón para seguir en el martirio de éste mundo: él. ☀Capítulos cortos. ☀Todos los derechos reservados. ☀Prohibida la copia de los poemas.