Gabriel Agreste sabía que desde el momento en que sus miradas se encontraron en la calidez de la panadería más conocida de su reino, sabía que esa mujer era el amor de su vida. Pero las cosas no podían pasar en su curso normal, más siendo el rey de Francia y con una esposa la reina. Pero de algo estaba seguro, no perdería a la mujer que logro hacer palpitar su corazón. Emilie Cathalina Foissar una humilde panadera abandonada por su madre a temprana edad, tenía como meta nunca ser la amante de ningún hombre tal como su madre lo fue. Pero ¿Qué pasara cuando el Rey de Francia pose sus ojos en la hermosa dama? -Así que soy una mujerzuela- dijo Gabriel tomando a la rubia por la cintura con uno de sus brazos para evitar su caída, con disimulo se acercó al oído de la joven- Si es así me volveré la puta más grande de París para amarrarla en a mi lecho y nunca dejarla ir- susurró en el oído de la joven.