Elizabeth Gunhild nació en Francia en 1808, hija de jefes mercaderes agraciados que emigraron a comienzos de siglo y usual acreedora de ingresos económicos gracias a sus labores como arrendataria y su habilidad para la confección de textiles. Fue la primera dueña del lugar. Su apellido bautiza con furor la casa en la que resido hoy, parte de la adorable locación que mis tíos lejanos habían conseguido para que me acomodase. El único problema es que, de alguna manera, ella sigue aquí.