Ambos chicos se habían criado juntos y su amor por el otro había crecido con ellos desde pequeños y aproximadamente mes y medio atrás Shoya no había podido evitar confesarse después de tanto tiempo, recibiendo, por suerte para el pequeño, una respuesta afirmativa por parte de su mayor.
Eran como el agua y el aceite en cuanto a personalidad y cuerpo respectaba. Yuu era un tanto serio, de pocos amigos, alguien a quien sí lastimaban era cruel; Shoya por su parte aún era algo infantil, era alegre, dulce y bueno con todos, tenía amigos por montones, pero también lo tenían como centro para las bromas en el colegio, pero en esos momentos siempre estaba su protector, Yuu.
El mayor era alto, de cabellos azabaches, mirada dura, y de cuerpo algo musculoso. Por su parte Shoya era más bien bajito, de cabello rojizo, debido a la tintura que usaba, su color original era el castaño; en sus ojos se reflejaba alegría y su cuerpo era más bien debilucho.