La mayoría de los extranjeros que visitan Kyoto-Japón ven a las geishas omegas como simples prostitutas de alta clase en la sociedad. También compartía este pensamiento Víctor Nikiforov, un Alfa empresario que por maniobras de su amigo acuden a un ryõtei donde conoce al geisha omega más hermoso de la hanamachi de Kyoto. El por estúpido y por su ego, trata al omega geisha como un prostituto esperando que pueda darle un servicio especial, pero esté geisha omega le mostrará quien domina a quien y que el no es un simple juguete sexual, sino que es una obra de arte más bella y hermosa que nunca llegara a las manos del ruso.
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