15 parts Ongoing MatureNo todas las historias de amor empiezan con un beso. Algunas empiezan con una broma tonta en una cena incómoda.
Y terminan... rompiéndote el alma.
Yo tenía 16.
Él, 23.
Y no, no fue amor a primera vista. Ni siquiera fue amor. Pero dolía como si lo fuera.
Lo conocí cuando estaba perdida. Cuando buscaba algo, aunque no sabía bien qué. Atención, cariño, pertenecer. Algo que me hiciera sentir que no estaba tan sola dentro de mí misma.
Él era divertido, más grande, parecía seguro de sí mismo. Yo era la graciosa, la sensible, la que todos miraban por encima sin ver realmente. Y cuando él me miró diferente... creí que era especial.
Pero no era amor.
Era necesidad.
Era hambre emocional disfrazada de conexión.
Este no es un cuento de hadas.
Es una historia sobre cómo confundí que me necesitaran con que me quisieran.
Sobre cómo alguien puede envolverte con palabras bonitas mientras, sin darte cuenta, te aísla de ti misma.
Hay una línea muy fina entre amor y dependencia.
Y yo crucé esa línea con los ojos cerrados.