Castiel, un ángel del señor, ojos azules tan hermosos que si fueran una joya, serían un diamante, o incluso algo mas valioso, un corazón con muchos años de antigüedad, pero ajeno al placer humano, y no, no me refiero al sexo, sino al amor en todo sentido, la diversión y la compañía. Los ojos de Castiel, brillantes cual diamante, penetrantes como el mar y únicos como un copo de nieve. Meg, La única hija de Azazel con vida, ojos negros tan oscuros que cualquiera que le viese a plena vista, pensaría que tiene los ojos cerrados y sobre el párpado pintura negra y una gota de pintura blanca, sin embargo, conoce el placer humano, aunque la mayoría de las emociones no las haya sentido por ella misma, el amor es una de ellas. Los ojos de Meg, negros cual carbón, indiferentes como el hielo y comunes como tierra. Un día, ellos 2 se conocieron, no empezaron bien, pero con el tiempo, el odio se transformó en amistad, y de ese capullo, florecerá un sentimiento que trae consigo muchos otros, pero el ángel no sabrá que sucede, no sabe que sin darse cuenta, se convirtió en el ladrón de la miel oculta en el corazón del demonio.All Rights Reserved
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