Sus piernas dolían, había sido vejada en todos los aspectos. A cada paso calambres recorrían su cuerpo, pero si se retrasaba recibiría un golpe con una vara cuya punta estaba convenientemente adornada con una punta de lanza metálica que ya había probado en varias ocasiones. - ¡Más deprisa *****! - Otro hombre le ponía una correa directamente al collar metálico de su cuello. Justo como si fuera un perro, si ese hombre quería lo imposible lo haría, no quería más golpes.