Un niño nace, sin darse cuenta de nada, sólo llora y siente el frío de su nuevo hogar. Posteriormente se hace muchacho, quiere experimentar la vida o lo que le han dicho que es; nunca se plantea la existencia de otros mundos y mucho menos la idea de que haya algo dentro de él le parece demaciado incidental y efímera. Sin embargo, un día comenzará a escuchar sonidos que nada tienen que ver con su alrededor y deberá decidir entre ignorarlos o entregarse por completo a la experiencia más reveladora de su vida.