Puede sonar a cliché, pero la primera vez que Raoul y Agoney se miraron saltaron chispas. Había una tensión entre ellos que era imposible de obviar. Ambos sabían que había una razón especial por la que el destino decidió juntarles, pero no iba a ser todo tan fácil. Agoney tenía miedo de acabar roto; Raoul nunca había experimentado algo así. Sin embargo, no se puede ir en contra de la atracción durante mucho tiempo, menos aún cuando vives con la persona que te quita la respiración y hace que tu pulso se acelere.