Hay de todo en este mundo, y no tenemos que buscarle una explicación lógica. Alguna gente se casa con quien sus padres han decidido y llega a ser feliz, pero también la hay que lucha contra viento y marea para casarse y enseguida se desencanta. Otros, tras reconocer la imposibilidad de un matrimonio, traman el doble suicidio, pero al final se salvan, y enseguida ambos terminan por aborrecerse solo con mirarse a la cara. Y aún hay otros que siguen sufriendo por la misma mujer aunque pasen cinco o diez años. Pero la mayoría de la gente se enamora y se casa sin pensárselo dos veces, ¿no? Ésto es lo más inteligente, pues, en resumidas cuentas, el amor no lo es todo en la vida. Tenemos otras muchas tareas que cumplir. O eso era al menos lo que pensaba Kim Jongin.