Hiro esperaba escuchar llantos y gritos incontrolables de niños pidiendo por los brazos de sus padres cuando fue llevado a esa bodega abandonada, pero sólo pudo escuchar una guitarra siendo tocada con suavidad y una voz que hablaba en un idioma que no entendía. ¿Es que acaso su brillante mente no podía lidiar con la mezcla de dopamina, oxitocina y serotonina? O como Honey Lemon prefería llamarlo... Amor. Créditos de la portada: @Tara.Lú