Sabía que estar con Blake era como jugar con fuego y que, tarde o temprano, me quemaría. Sabía que todo él era la tentación en persona. Significaba pecar. Él gritaba peligro y lujuria por todas partes. También sabía, por sobre todas las cosas, que no debía sucumbir ante el encanto de aquellos enigmáticos ojos grises... Y aun así me arriesgué. Él lo sabía, mucho más que yo, que ninguno de los dos saldríamos ilesos cuando todo se descubriera; y sin importar nada más decidió arriesgarlo todo. Decidió dejar todo por lo que había luchado. Decidió olvidar todo lo que le habían inculcado, enseñado y dicho que no debía hacer, sólo para saber qué se siente tocar lo prohibido... Aunque fuera una sola vez.