El se levantó temprano ese día, poniéndose una máscara que cambiaba su rostro. Se trataba de un joven con el cabello marrón azabache llamado Tyler de tan solo diecisiete años. Su día empezaba como todos los demás, lamentandose de su miserable existencia mentalmente y dibujando una falsa sonrisa en su rostro delante de su familia pretendiendo estar bien. No lo estaba. Para nada.