Diana en colores

Diana no recuerda tener un compañero de clase tan estrafalario como lo es Hansel J. Weaver.

Él aparece de la nada en su radar e insiste en cruzarse en su camino y, para su desconcierto, parece saber más sobre ella de lo que dice.

Debería estar asustada, en cambio no puede dejar de pensar en esa extraña mirada que tiene y en los gestos que hace su infantil rostro cuando escribe, tampoco puede olvidar la forma en la que lleva esos dichosos cuadernos tan celosamente guardados encima. Y la curiosidad no hace más que darle un empujón.

Después de todo, con lo aburrida y solitaria que se había vuelto su vida, compartir tiempo y pullas con este joven parlanchín no puede cambiarla en nada.