La vida de Mía es un horror constante. Día tras día tiene que hacerse cargo de su padrastro y de la casa. Abandona el instituto para ir a tocar por las calles con la intención de intentar conseguir algo de dinero para no morirse de hambre. Todo es rutina, día sí, día también hace lo mismo, hasta que Cane, la única cuidad en la que había estado Mía nunca, declara la guerra a Samur, su competencia más mortal. Lo que hace que Mía se vea obligada a dejar atrás todo lo que ella conocía hasta el momento para adentrarse en el bosque por el que ella caminaba todas las noches, pero al adentrarse más de lo normal en este, descubre un destino que no tenía planificado en el que se verá obligada a debatirse entre lo correcto y lo necesario.