El precio de tener alas

Las personas, desde que nacemos, establecemos vínculos unas con otras, como si tejiésemos una red. Cada vez que alguien abandona nuestra telaraña particular, nuestra mente, reacia al cambio, tiende a intentar zurcir un nuevo nudo. Da igual que este sea completamente diferente al anterior, lo importante para reinstaurar nuestra paz mental es que no se quede en blanco. De lo contrario, perderíamos parte de nuestra identidad. Las personas nos definimos a través de otras personas. Y no hay nada que asuste más a alguien que no tener definición.

Adrea, tras el misterioso accidente que se llevo la vida de su padre, siente que se ha perdido su hilo favorito, el único a través del cual era capaz de verse una y otra vez sin preguntarse si cada cosa que hacía la estaba haciendo bien.Recoser este vacío es extremadamente difícil.

Cuando la investigación sobre el siniestro llega a un punto muerto, Adrea decide no darse por vencida y seguir investigando por su cuenta. Sin embargo, su búsqueda particular da un vuelco cuando conoce a Erean, un peculiar demonio que está dispuesto a hacer un pacto con ella: averiguar la identidad de la persona que mató a su padre a cambio de diez meses de su vida.

Adrea está más que dispuesta a pagar ese precio. Al fin y al cabo, todo lo que deseamos tiene uno. Y este es más caro si las personas con las que negociamos no son personas, sino demonios. Y si el deseo no es un bien material, sino producto de algo mágico. Pero, ¿realmente los demonios utilizan magia sobrenatural, sin explicación alguna, para llevar a cabo algo tan complejo?

La curiosidad sobre este procedimiento arrastrará a Adrea a un delicado duelo persecutorio, en el cual deberá descubrir si realmente está loca, o está pagando un precio más alto que el precio de cualquier deseo: el precio del saber.