Jugar con el diablo conlleva riesgos, quizás no inmediatos, pero siempre acaban por aparecer. Jad era un chico con problemas, abandonado por sus padres y recogido por una amable mujer que le oculto su verdadero origen durante cuatro años. Cuando se hartó de no saber una mierda de su historia le pidió ayuda a la única persona que sabia que podía ayudarle. Seis años después esa persona le había convertido en un autentico monstruo.