
-¿Y tú, señor de la discordia, eres libre?- El hombre se preguntó qué clase de pregunta era esa, por supuesto se consideraba alguien con libertad y se lo hizo saber a esa mujer de cabellos rizados. -Veo que sufres por tu ignorancia -Siguió hablando tal cual sabia, pero su voz sonaba a arrogancia -Déjame contarte algo antes de irme, amigo, el fuego amenaza con consumirnos y, al apagarlo, lo que genera es la libertad.-All Rights Reserved