Todo empezó por una estúpida apuesta. ¿Mi cuerpo? ¿Mis sentimientos? Maldición, siempre lo mantuve lejos, hubiese deseado ese día también haberlo hecho, le odio y le odio más qué al primer día. ¿Yo en una apuesta? ¡Maldición! No dejó de recordar esas palabras. No me deja de doler el corazón. No merecía estar en una apuesta de echó nadié merece estó ni estar en mi lugar.