Esta lejos, y es hermosa.
Muchas personas están cerca de ella.
Sé les ve sonrientes.
Yo los puedo ver a ellos, pero ellos no me ven a mi.
Los estoy observando curioso, e intento ir hacía donde están, pero ella me vuelve a arrastrar, alejandome de ellos.
Le pido que me deje tranquilo, pero no me escucha, me sigue molestando.
Sus susurros son casi inaudibles, pero me aterra su voz.
Siento escalofríos por toda mi columna, con tan sólo fijarme en su profunda mirada,
esa mirada que sólo yo puedo ver, y me deja sentir cómo me penetra el alma.
Las lágrimas se acumulan en mis ojos, mi vista se vuelve borrosa,
mi respiración se vuelve agitada y rápida.
y grito por ayuda a las personas tan lejanas de mí.
Pero no me escuchan, y siguen sonrientes.
Y esa hermosa luz que veía en la lejanía, desaparece, como si de un conjuro se tratará.
Y nos quedamos sólos,
cara a cara, la oscuridad y yo.
La misma oscuridad que hizo que creyeran que estoy loco.
La misma oscuridad que me acompaña desde aquel día.
La misma oscuridad, que empieza a poseer mi cuerpo, poco a poco.
Convirtiendose en mi oscuridad.
Y me doy cuenta de que mi corazón, ya no late.
Estoy muerto.
Muerto en vida.
¿Qué pasaría si algún día Dios te sorprende con algo que tú no esperabas para nada?.
La vida de Darian y Skye siempre ha sido bastante simple. Han sido mejores amigas desde siempre debido a que su amistad comenzó dentro de la iglesia en la que se congregan. Solo han sido ellas dos. Dos chicas muy diferentes entre sí, pero eso solo hacia de su amistad una muy especial.
En esa misma iglesia también se congregan tres chicos considerados los "inseparables" debido a que siempre están juntos, quiénes son muy ajenos a ellas debido a que nunca han compartido una sola palabra, a pesar de conocerse por casi seis años y verse prácticamente a diario, aunque sea desde la distancia.
Pero por ciertas circunstancias, se ven obligados a convivir entre ellos por primera vez en mucho tiempo. Comenzando ahí la historia de algo nuevo. Un nuevo capítulo se abre en sus vidas, nuevas situaciones y nuevos sentimientos empiezan a surgir.
Experimentando así que los planes de Dios son perfectos, y que las cosas que él tiene para nosotros no suceden ni tarde ni temprano, sino en el tiempo justo, porque Dios nunca se equivoca.
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Eclesiastés 3:1".