Vivimos en una sociedad en la que muchas veces parece que hemos perdido la batalla por la educación, que no es sólo lo que muchos piensan que equivale a modales, sino a fórmulas de ciudadanía, de tolerancia, de entendimiento, de armonía para con los demás y los que nos rodean.
Raro es el día en el que los medios de comunicación no nos sorprenden con una noticia en la que los actos de críos que apenas han entrado en la adolescencia nos sobrecogen por su crueldad y temeridad. Es como si algunos se rigiesen por la ley del más fuerte, independientemente de que se enfrenten con sus iguales o con adultos. Los hay tan retorcidos que, amparados en leyes que han pretendido protegerlos, se han servido de las mismas para cometer tropelías y fechorías siendo conscientes de las consecuencias y de los posibles castigos, midiendo como el que más los pros y contras de aquello que iban a realizar, poniendo así en jaque a los que desde la Administración pretenden ayudarles, y a la Justicia que, lejos de castigar, intenta corregir y salvaguardar un futuro que, para muchos, se antoja incierto.
Sin embargo no todo está perdido, ya que es posible solucionarlo partiendo desde la base del problema. De hecho, como afirma Augusto Cury, no existen jóvenes difíciles, sino una educación inadecuada. La educación es la clave de todo, y algunas pautas para conseguir aquella que sea la más adecuada sin duda la encontrarán en PADRES BRILLANTES, MAESTROS FASCINANTESHak Cipta Dilindungi Undang-Undang