Te voy a contar de ese día: yo estaba realmente deseosa y el muy calmado. Yo quería me arrancara la ropa y el quería ir despacio. Y vaya que si lo hizo!
Conoció todas mis curvas por encima de la ropa, todas mis "imperfecciones", beso cuanta área pudo antes de quitarme la primera prenda. No estaba apurado, quería comer despacio; yo cada vez más exaltada solo podía apretar los labios y tomar con fuerza las sábanas. Incluso, por encima de mi encaje estuvo largo rato jugando en mi templo, sin apuro, mirándome a los ojos de vez en cuando. Lo hacía suave, introducía los dedos solo para lamerlos posteriormente.
Luego no embestía, solo lo introdujo y ahí encima de mi, solo con un muy muy suave movimiento, llevo toda su atención a mis senos. Asi, besándolos, asi, mirándome fijamente...
Ya el tiempo empezaba a acelerar, ¡Qué jodidamente sexy se veían sus pecas en la espalda, su tatuaje en el brazo, yo me lo estaba disfrutando dejándolo hacer lo que deseara y como deseara. Ya empezaba a expresar mi placer con malas palabras, yo quería más y le pedía más, el, respondía con mucho más! Duro, preciso, intenso....
De pronto susurró, volteate y ponte en 4, muerde la almohada, para que no grites tan alto, te prometo que será más intenso aún....
Ya para ese momento era dueño irrevocable de todos mis sentidos, podía aumentar mi frecuencia solo estimulando mi oído con algunas palabras... Así de simple y así de complejo!
Fénix
"Siempre habrán ángeles en el infierno y tentaciones en el paraíso."
Polos opuestos, llamados por el destino.
Zehra una mujer con cara angelical, aura de diosa, cuerpo de infarto que irradia elegancia y clase por donde quiera que vaya.
La vida de Zehra no era para nada diferente a las demás, no hasta que lo conoció a él. A un hombre sombrío, sin escrúpulos, arrogante, y narcisista. Su vida dio un giro de 360 grados, cuando después de una larga y temerosa noche se despertó en un lugar completamente desconocido para ella.
Entonces la acción inició. Su vida ya no era aburrida, porque el peligro, los problemas, y los deseos explícitos yacían parte de ella. Aquel hombre la sedujo, el se hizo adicto a ella, la hizo su sumisa, su mujer, y la reina de su gran imperio.