Pero no me sorprendí entonces.
No me sorprendió que ella se hubiera tirado.
No me sorprendió que yo la hubiese seguido hasta allí.
No me sorprendí de que nada de esto me sorprendiera.
Estaba demasiado rodeado de ese dolor tan puro. De ese dolor vacío y puro. De ese dolor que es como el humo, que va llenando cada hueco, cada rincón del alma.
Esta es, como otras una historia, una de esas que muestra la otra parte de la vida. En esta historia nos gustan los personajes reales, es la historia de un amor real.