No comenzó como ellos quisieran. Pasional e intenso se entregaban día a día, pero Alfred sentía que solo era un juguete en manos del presidente del consejo estudiantil. Arthur no lo amaba y no se quedaría a verlo romper su corazón, pero Arthur estaba más que seguro que con paciencia una a una sus rosas le demostrarían a Alfred que el amor que sentía por él era real. ¿Cuántas rosas le enviaras, Arthur? Le preguntó Kiku una tarde. Todas las que sean necesarias hasta que me entienda que lo amo.
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