Muchos dicen que los ojos son las ventanas del alma, otros, que son portales que conectan a la persona con un lugar... Pero, yo tengo mi propio concepto.
Los globos oculares de cada persona son una concentración pura de energía positiva y negativa, mientras dicha persona se mantiene con vida en este corto plano de existencia puede demostrar cinco características que reflejan su alma en cada soplo de vida. Fuerza, Valor, Inteligencia, Astucia, Amor, Sacrificio, todos estos puntos se van desarrollando en el individúo hasta que llegue su momento de salvar la vida de alguien dando la suya a cambió, luego de ese corto lapsus de tiempo la heroica alma de esa persona se traslada a sus ojo izquierdo encapsulando toda la energía en este. Las antiguas leyendas bíblicas mencionan que hay una puerta para acceder al cielo o al infierno, donde podrás traer a alguien a la vida nuevamente...
Las leyendas son completamente ciertas, el único problema para encontrarla es el siguiente: Un ser viviente que no ha visto la muerte no puede ver los distintos colores...
Lo más seguro es que se pregunten ¿Como es posible que los puedas diferenciar?
La respuesta es ridículamente sencilla... Solo un alma devuelta del infierno o una persona que presenció la extracción de una vida puede verlos y.... Afortunadamente soy una de las pocas con dicha cualidad.
Ahora te pregunto, pequeño mortal...
¿Estas dispuesto a que me lleve tus ojos?
¿Puede una chica romántica y delicada enamorarse de alguien tan ruda como Lynn Loud? Issabella Abrams era esa chica: amante del color rosa, del maquillaje, la poesía, y de las historias de amor. Todo lo contrario a Lynn Loud, quien prefería la acción, los deportes y no se preocupaba demasiado por lo sentimental.
A pesar de sus diferencias, había algo en Lynn que atraía a Issabella. Tal vez era su valentía o su determinación, o quizás el hecho de que Lynn no temía ser exactamente quien era. Mientras que Lynn también sentía cierto interés en Issabella, no entendía como no podía tentarse en ganar y ser la número uno, veía que ella era como una suave brisa que acariciaba el rostro hasta de quien no merecía con dulzura, dulzura que raramente a Lynn le encantaba.