Toda nuestra historia comienza con la piedra, la estúpida piedra más poderosa del mundo, como si fuera posible que algo fuera más poderoso que yo. La piedra nos fue Dada a mí y a mis hermanos el octavo día del séptimo mes de un año que ni siquiera recuerdo, es decir, fue el peor regalo de cumpleaños, eran cuatro fragmentos de una piedra color negro, junto con una nota de "habéis sidos expulsados del mundo encantado, andaos al mundo humano, y cuidad de vuestros humanitos", vale, decía algo muy parecido pero con más rodeos y formalismo, al fin y al cabo era un regalo de nuestra preciada reina. Tiempo después nos dimos cuenta que aquella piedra nos daba poder de curación, velocidad, fuerza, hacia que todos nuestros poderes se incrementarán, pero también nos dimos cuenta que al unir los fragmentos aún había algo que no encajaba, más bien, algo que faltaba. Cuando uníamos nuestros fragmentos nos volvíamos aún más fuertes, casi indestructibles, no nos imaginamos el poder que tendríamos si tan solo tuviéramos toda la piedra.
El mundo encantado estaba cansado de vivir a las sombras de seres inútiles como los mortales, y la mitad de ellos estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por el dominio de la tierra que tan ingratamente tenían los humanos, y para ser sincera mis hermanos y yo estábamos cansados de proteger a una especie que sin necesidad alguna se destruían unos a otros, pero por última vez, queríamos hacer nuestro trabajo, y hacerlo bien (Eso de las guerras mundiales no nos había dejado buena fama), decidimos que el mundo mágico era demasiado para nosotros y que para enfrentarlo necesitábamos ser más fuertes.
Mi nombre es Alesha, tengo...bueno, mi edad no importa la verdad, soy especialista en fuego control (gracias al cielo, porque la tierra es el peor de todos los elementos), y soy una de los cuatro guardianes) de la humanidad, pero ahora nuestro deber es buscar el fragmento perdido.
Al defender a su familia de un asaltante y morir, Alicia es transmigrada a un mundo del matriarcado, donde las mujeres son el pilar y las que mantienen a la familia, mientras los hombres son los que se quedan en casa.
Lo más sorprendente para Alicia no es el sistema en el que se rige la sociedad, los hombres, que no solo son los que dan a luz, si no, que se dividen en dos.
Los oro, la clase baja que tienen tendencia a dar a luz a otros hombres.
Y los jade, la clase alta que tienen tendencia a dar a luz a mujeres.
No solo eso si no que al ser las mujeres un bajo porcentaje, las familias se conforman por un harem de hombres, los cuales no son vistos más que como máquinas de hacer bebés.
La imagen la saque de internet créditos de la imagen a: "Alya".